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14 secretos del mundo de la cria de jilgueros - Articulo numero

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    El pajaro Jilguero presenta una longitud de 11-13,5 cm, una envergadura de 21-25,5 cm, un peso de 14-diecinueve g y una longevidad de siete a diez años (en cautividad) El pajaro jilguero europeo presenta una cabeza tricolor con máscara facial roja y alas negras con franja amarilla.

    El plumaje de un pajaro jilguero adulto se identifica por una cabeza muy distintiva y conspicua, con aspecto tricolor, máscara facial roja, y dibujo cefálico blanco y negro. El pico es habitual y amoldado a su nutrición. Cónico, esbelto, afilado, de color pálido. Por otro lado, el cuerpo en la parte anterior es blanquecino, bordeado de ocre, mientras que la parte trasera marronácea.

    El ala muy distintiva y conspicua, tanto con el ave posada, como en vuelo. Negra, con ancha franja alar amarilla; manchas blancas en la punta de las rémiges de tamaño variable, en función del desgaste. La cola es negra, escotada, presentando rectrices con puntas blancas.

    El plumaje juvenil presentan alas idénticas a los adultos, una cabeza y cuerpo gris pardo uniforme y moteado. Adquiere el típico dibujo cefálico tricolor tras la primera muda parcial en otoño. Existen también plumajes intermedios, los cuales son indistinguibles del adulto excepto con el ave en mano, en tal caso, en dependencia de la temporada y el ciclo de muda, se aprecia por rémiges, cobertoras alares y rectrices.

    El macho y la hembra del jilguero son muy parecidos, apenas existe dimorfismo sexual. Con el ave en la mano, o en condiciones de observación muy favorables, el macho presenta mayor cantidad de colorado en la cara, y plumillas nasales normalmente más oscuras. La alteración estacional es inexistente, no obstante, el desgaste progresivo del plumaje, reduce (e inclusive elimina) las puntas blancas de rémiges y rectrices, recuperándolas tras la muda completa postnupcial.

    Debido a su cabeza tricolor, y a su conspicua coloración alar, resulta inconfundible con otras especies. Los ejemplares juveniles pueden inducir a determinada confusión con hembras y también inmaduros de otros fringílidos marronáceos, mas solo caso de que la observación no incluya el ala.

    Los ciclos de muda en juveniles es parcial durante el verano, mientras que en adultos la muda es completa asimismo durante el verano.

    El jilguero europeo se distribuye a lo largo del paleártico occidental. Acostumbra a habitar lindes de bosques, sotos, campiñas, zonas agrícolas, parques, jardines, huertos, frutaledas y, en general cualquier zona herbácea, en especial si existe abundancia de cardos (alimento predilecto de la especie); la clave es presencia mínima de arbolado. Cría sin dificultades en pueblos y ciudades.

    Muestra predilección por ambientes calurosos, siendo menos frecuente observarlo conforme aumenta la altitud. Ha sido convocado en los Alpes suizos a 2400 m s. n. m.; en los Pirineos catalanes a dos mil m s. n. m., y en Sierra Nevada a mil ochocientos cincuenta m s. n. m..

    Su predilección por las plantas ruderales, especialmente cardos y centaureas, explica las altas abundancias de jilgueros en vegas y olivares, hábitats que aportan árboles para emplazar el nido, y terrenos despejados donde buscar semillas.

    En migración resulta omnipresente. En invierno asimismo frecuenta eriales y otras zonas abiertas aunque no estén arboladas.

    Por norma general suelen criar dos veces durante un año. La primera puesta empieza a mediados de marzo o principio de abril. La segunda puesta se realiza a continuación de la primera. Extrañamente se producen 3 puestas.

    La puesta consta de cinco o bien seis huevos de color blanco con finas manchas rojizas. La incubación dura entre 12 y 13 días, periodo en el que frecuentemente el macho nutre a su pareja en el nido. El nido, construido casi solamente por la hembra, tiene forma de copa y se instala en las horquillas de pajaro jilguero las ramas más altas de algunos árboles o arbustos.

    Los polluelos, que son nidícolas, abandonan el nido y se independizan de los progenitores a los quince días más o menos, alcanzan el plumaje definitivo tras la muda otoñal.

    El jilguero europeo se comporta como parcialmente migrador. Las poblaciones nórdicas migran al sur; los cuarteles de invierno se ubican en la zona mediterránea. Las poblaciones meridionales pueden ser sedentarias, errantes, e inclusive migradoras cara el norte de África. La migración es diurna, en grupos más o menos abundantes. El paso migratorio es prolongado; el grueso de la migración otoñal se genera entre septiembre y noviembre; el de la primavera se genera entre febrero y mayo.

    En zonas como España se considera un migrador parcial, recibiendo invernantes provenientes de Centroeuropa; el paso otoñal se produce sobre todo en el mes de octubre y noviembre, y la vuelta transcurre entre marzo y mayo.

    Los individuos ibéricos parecen abandonar mayoritariamente muchas de sus localidades de cría para desplazarse al norte de África, dando sitio a una increíble concentración otoñal en el estrecho de Gibraltar, donde resulta ser el fringílido más abundante en migración al unirse con migradores más norteños; en este sentido se han citado muy altas densidades al sur de Cádiz del orden de sesenta y cinco aves por cada diez hectáreas.

    Genéticamente se ha definido la especie parental existente del jilguero común (Carduelis carduelis). Es el Carduelis citrinella el que probablemente dio sitio a estos jilgueros comunes eurasiáticos en las islas del Mediterráneo, en la llamada Crisis Mesiniense, cuando el mar Mediterráneo se encontraba casi seco y era un conjunto de charcos salinos de mayor o bien menor profundidad.

    Las aves son animales vertebrados, de sangre caliente, que pasean, saltan o bien se sostienen solo sobre las extremidades siguientes, al paso que las extremidades anteriores han evolucionado hasta convertirse en alas que, de la misma manera que otras muchas peculiaridades anatómicas únicas, les permiten, en la mayoría de los casos, volar, si bien no todas vuelan. Tienen el cuerpo cubierto de plumas y, las aves sensu stricto, un pico córneo sin dientes. Para reproducirse ponen huevos que incuban hasta su eclosión.

    Su conjunto taxonómico se llama clase Aves (la palabra es latina y está en plural, en singular sería avis)4​ para la sistemática tradicional, pero en la sistemática filogenética actual este clado no tiene rango, y es incluido a su vez sucesivamente dentro de los clados: Theropoda, Dinosauria, Archosauria, Sauropsida, Tetrapoda, etcétera, aunque hay más anidamientos intermedios con denominación.

    Las aves se originaron a partir de dinosaurios carnívoros bípedos del Jurásico, hace entre ciento cincuenta y doscientos millones de años y, en verdad, son los únicos dinosaurios que sobrevivieron a la extinción masiva producida al final del Mesozoico. Por ende, la sangre caliente, que es la característica más notable que comparten con los mamíferos, es un resultado de evolución concurrente, pues no hay un ancestro común a ambos conjuntos que tuviera este rasgo. Su evolución dio sitio, tras una fuerte radiación, a las más de diez mil especies actuales ​(más 153 extintas en tiempos históricos).​ Las aves son los tetrápodos más diversos; sin embargo, tienen una gran homogeneidad morfológica en comparación con los mamíferos. Las relaciones de parentesco de las familias de aves no siempre y en toda circunstancia pueden definirse por morfología, mas con el análisis de ADN empezaron a dilucidarse.

    Las aves habitan en todos los biomas terrestres y asimismo en todos y cada uno de los océanos. El tamaño puede ser desde 6,4 cm en el colibrí zunzuncito hasta dos con setenta y cuatro metros en el avestruz. Los comportamientos son distintos y notables, como en la anidación, la nutrición de las crías, las migraciones, el apareamiento y la tendencia a la asociación en conjuntos. La comunicación entre las aves es variable y puede implicar señales visuales, llamadas y cantos. Ciertas emiten gran diversidad de sonidos, y se destacan por su inteligencia y por la capacidad de transmisión cultural de conocimientos a nuevas generaciones.

    El humano ha tenido una intensa relación con las aves. En la economía humana las aves de corral y las cinegéticas son fuentes de comestible. Las canoras y los loros son populares como mascotas. Se emplea el plumón de patos y gansos domésticos para rellenar almohadas, y antes se cazaban muchas aves para adornar sombreros con sus plumas. El guano de las aves se emplea en la fertilización de suelos. Ciertas aves son reverenciadas o bien rechazadas por motivos religiosos, supercherías o por prejuicios errados. Muchas son símbolos culturales y referencia frecuente para el arte. En los últimos quinientos años se han extinguido más de ciento cincuenta especies como consecuencia de actividades humanas, y, hoy día, son más de mil doscientas las especies de aves conminadas que necesitan sacrificios para su conservación.

    Los loros se identifican por